Ante una disfunción física, ya sea articular, neuro-muscular, visceral,…“el arquitecto”(cerebro) va a intentar sacar el mayor partido del “trabajador”(cuerpo), pudiendo decidir que no funcione correctamente alguna de sus partes, siempre en beneficio de lo global o más vital, creando compensaciones que terminan limitando nuestras funciones correctas.
Por lo que a través de circuitos y sinergias neuromusculares y fasciales, con técnicas de movimientos aplicadas a la neurociencia, encontramos respuestas para transformar esos límites en mejoras físicas.